Mi
aventura comienza en Lorne (Estado de Victoria), ahí me esperan María, portuguesa/francesa,
Melvin, alemán, y el coche ranchera que nos acompañará durante casi 4000 km
cruzando los estados de Victoria, Australia Meridional y Australia Occidental.
Ocean Road
Los
tres sonrientes como tontos, cargamos el coche, y ahora sí que es de verdad,
¡nos vamos!
Primero
hacemos parada en las cataratas de Lorne, el agua cristalina cayendo entre
tantos verdes diferentes es preciosa, me quedo con la boca abierta.
Siguiente
parada, un mirador hacia la Ocean Road, se me iluminan los ojos, esa es la
carretera por la que empieza esta aventura. La Ocean Road tiene 244 km que
recorren la costa hasta Warrnambool, fue construida por los soldados retornados
y en honor a los caídos en la primera guerra mundial ( ya sabemos que a los
ingleses les encantan estas cosas).
Música
y ¡acción!, salimos de Lorne, admirando la bellísima estampa, tengo suerte de
ir de copiloto y poder observarlo todo. Mi cabeza se llena de pensamientos, sí,
esto es lo que llevo tanto tiempo soñando: pura Australia.
Los 12 apóstoles emergen desde el agua y crean una fantástica combinación natural.
Llegamos
a Warrnambool, me da pena que no sea invierno, pero sólo porque desde este
punto se ven ballenas desde la costa cuando es invierno. Aún así disfruto de
las vistas de la playa y de algún que otro surfista ;).
Primera
noche de acampada, gracias a la app wikicamps, encontramos zonas de acampada
gratuitas sin dificultad. Australia tiene todas las facilidades para este tipo
de viajes, hay baños públicos (con papel) por todos lados, incluso duchas
gratuitas en algunos puntos. Durante todo el viaje, solo pagamos campings de
pago 3 ó 4 días y porque llovía y teníamos que buscar refugio. María y yo
dormimos en la ranchera y Melvin en su tienda molona.
Al
día siguiente intentamos llegar a Adelaide, pero hay demasiados km, paramos en
Mount Gambier a ver un lago con un color azul espectacular, lo cual es debido a
los minerales de la tierra del lago. Vemos nuestro primer atardecer en el agua,
ya que en Victoria el horizonte en el mar es hacia el este. El parque natural
de Coorong nos deleita con sus dunas y aguas tranquilas, sólo nosotros tenemos
el placer de estar en la playa, no hay nadie más.
Cruzando Australia
Meridional
En
nuestra ruta hacia Adelaide vamos observando como el paisaje va cambiando,
bromeamos intentado identificar paisajes con países europeos. Atravesamos unos
pinares que recuerdan a los países nórdicos, son tan frondosos que no entra ni
un rayo de sol, mientras conducimos, se nos cruzan miles de mariposas blancas,
igual nos desean suerte en nuestro viaje. Embobada con las mariposas, veo a lo
lejos un animal que no sé identificar de primeras, ¡es una mamá emú con sus
hijitos! El emú junto al canguro, son los animales del escudo australiano.
Llegamos
a Adelaide y conozco al cuarto componente del grupo y al segundo coche, Theo,
francés y rollete de María. Aquí es cuando el plan original cambia y yo paso a
dormir del coche a la tienda de campaña que compré de por si acaso ( prefiero
no comentar sobre el cambio de plan).
mi tienda es la azul |
En
Adelaide visitamos el mercado central, lleno de puestos de frutas y verduras y
otros tipos de comida. Acabamos en un oriental comiendo noodles. Ya sentimos el
calor de la Australia Meridional, hemos dejado atrás el fresquito de Victoria.
Se respira buen ambiente, e incluso hay un festival gratuito al aire libre…,
nada no nos ponemos de acuerdo, nos marchamos de Adelaide.
Esa
noche dormimos en Malala stadium, un campo de futbol americano cuyos terrenos
alrededor han sido habilitados para acampar gratuitamente. Es gracioso ver a
toda la gente acampar donde se supone que se juega al futbol. Cada uno va
equipado como puede, pero hay gente super pro, con caravanas, barquitas, quads
y de todo, hay gente que está viajando por un año, muchos mochileros pero
también australianos, sobre todo jubilados.
Nos
adentramos en la Australia Meridional, un aire al viejo Oeste, una carretera rodeada de desierto lleno de
arbustos con colores rojizos, verdosos y muchos marrones. No os imaginéis el
desierto del Sahara de dunas de arena. En Aligator Gorge, observamos el cañón
de arenas rojizas cubierto por vegetación y tenemos la oportunidad de ver un
lagarto llamado varano aborícola. Hace muchísimo calor, pero una ruta hacia
dentro del cañón hubiera sido genial!
El
siguiente pueblo es Iron Knob, ¡dónde ha estado hasta la Reina de Inglaterra
dos veces! Es un pueblo minero en donde se han fabricado muchos barcos de metal,
algunos bastante importantes. Lo mejor, el amanecer de tonos rosados y
violetas.
En
Elliston, un pueblo en medio de la nada y sin apenas cobertura, nos montamos
una tarde/noche entretenida con unos australianos, nos desafían a un billar y
entre cervezas y risas nos dan las tantas. Aquí es cuando contacto por última
vez con mi familia antes de adentrarnos en el desierto más profundo ( sin
cobertura), tres días después mi padre me informaría que había puesto una
denuncia de desaparición, ¡estábamos en busca y captura y nosotros sin saberlo!
En
la playa al día siguiente hago un intento de kite surfing, y digo intento
porque en realidad vi mi vida pasar ante mis ojos, un viento fuerte me tira
hacia adelante y pierdo el control, a lo supermam vuelo unos metros y cuando el
viento para me estampo contra la arena. Ahora me rio, sí. Parecía más fácil ver
al chico francés manejarla…
En
Streaky bay, vemos un atardecer alucinante, además hay luna llena y no hay
necesidad de usar luces. Un vino alrededor del fuego hace la noche perfecta.
Por la mañana
temprano, todos duermen, yo me voy a la playa, paseo, me doy un baño y me pongo
a leer bajo el sol, me siento libre en una playa para mí sola.
Continuamos
hacia la playa más esperada, Cactus Beach, olas perfectas, como las de las
pelis de surfistas, y ..¡con tiburones! Aún así nos damos un remojón.
El desierto de Nullarbor
A
partir de aquí se acaba la civilización, hasta llegar a Esperance, solo hay km
de carretera con “pueblos” cada 200 km, lo entrecomillo porque son gasolineras
donde a veces hay alguna que otra casa y ya ( pero con comida
vegetariana/vegana!). Estamos pendientes de la aguja de la gasolina, en
Adelaide repostamos a 1.16 AUD, en el desierto a 1.80 AUD.
Atravesamos
1200 km en dos días, ¡¿estáis locos?!, vimos el tiempo nubladillo y
aprovechamos, cambiando de conductor cada 2 horas y con la música bien alta. He
de decir que después de casi 4000 km conduciendo, soy ya casi una experta en
conducir (un coche automático) por la izquierda. Tuve la oportunidad de
conducir la carretera más recta de Australia y probablemente del mundo, 146 km
en línea recta, ni una curva por medio del desierto, ¡uoh! ¡Fue todo un desafío
al aburrimiento al volante!, cuando por fin aparece una señal de curva a la
izquierda, respiré aliviada.
Durante el trayecto, pude admirar el paisaje
desértico, ahora entiendo porqué Australia tiene la mitad de habitantes que
España aunque sea más grande que Europa, está despoblada. El entretenimiento al
volante era saludar a los pocos conductores que venían de frente, como en el
camino de Santiago con ¡buen camino!, aquí levantábamos una mano del volante a
modo saludo.
En
estas tierras habitan canguros, wombats, camellos y todo tipo de carroñeros. Desafortunadamente
hay muchísimos animales muertos en las cunetas ( arcén con h o sin h, ehhh
ponga cuneta), pero gracias a ello vimos unas águilas enormes que acudían al
olor de la carne fresca. También vimos un grupo de camellos bastante grande a
la distancia.
De vuelta a la
civilización
Esperance,
no podrían haberle puesto mejor nombre al primer pueblo grande que vimos
después de días en la nada. Entramos al supermercado como si entráramos en otra
dimensión, como niños, nos recorrimos todos los pasillos. Esa noche nos comimos
una merecida barbacoa( vegana/carnívora) en un camping. Y al día siguiente… el
maravilloso parque nacional cape le grand!! En Australia la entrada a los
parques se suele pagar online o donando, lo que significa entrada gratuita para
mochileros a menos que te pillen los guardas, ¿mi?¡No inglis!
Disfrutamos
de un día genial en la playa de arena blanca y aguas turquesas acompañados de
canguros.
Fue un auténtico placer, sentí la felicidad de los otros, habíamos
sobrevivido al desierto y ahora estábamos en el paraíso.
La
lluvia nos hizo pasar una noche en el camping de Hopetoun ( no es un mal
deletreo, resulta que hay muchísimos pueblos que fueron mal escritos por los
conquistadores y así se ha quedado el nombre, en realidad seria Hopetown, la
ciudad de la Esperanza). Resultó que el bar del camping era lo más del pueblo,
y además era sábado noche, conocimos a la juventud y a la menos juventud del pueblo entre cervezas y
conversaciones. En realidad estaban todos borrachos como cubas, pero lo pasamos
bien.
Según
avanzamos, comienzan a aparecer más y más arboles hasta que llegamos a Denmark,
un pueblo entre bosques de árboles frondosos. Aquí nos alojan unos amigos
australianos de María que viven en una casa de ensueño en mitad del bosque. Una
casa de madera con grandes ventanales, ¡una pasada! Cenamos por fin un plato
bien cocinado, pues durante todo el viaje hemos tirado de sándwiches, pasta y
alguna que otra bbq.
No
podíamos seguir sin parar para escalar el Gloucester Tree, el sueño del alemán
durante todo el camino. Escalamos sin arnés ni nada por unas barras de metal
todo el árbol hasta la copa, 53 m de subida…y de bajada. Una y no más, las
vistas de pájaro maravillosas, pero me temblaba todo.
Fin
del Road Trip
Finalmente
llegamos a Margaret River, aquí sabíamos que cada uno tiraría por su lado. Un abrazo,
vemos marchar a Melvin que se va haciendo autostop hasta Perth. Los 3 restantes
comemos y un rato más tarde nos despedimos con otro abrazo. Yo decido pasar la
noche en Margaret River para descansar finalmente en una cama y al día
siguiente cojo un bus a Perth, pero esa ya es otra historia que contar.
El
Road Trip (viaje por carretera) ha sido genial, me ha permitido ver la
Australia más profunda, la increíble vida salvaje y disfrutar de paisajes nunca
vistos. Aprendí a convivir (y a tener mucha paciencia) con gente que no conocía
de nada y que finalmente, de una u otra manera, nos convertimos en una pequeña
familia lejos del hogar. Muchas risas, cervezas, juegos y kilómetros
compartidos.
El
desierto fue un desafío, pero que nadie me diga que le lleve porque es un viaje
irrepetible, vamos, que no vuelvo a repetir esos días de calor con la espalda
pegada al asiento entre tormentas de arena, una vez mola, dos ya no, lo siento.
El viaje duró 17 días, a mí me hubiera gustado haberlo extendido mucho más y haberlo hecho más relajado, pero como ya he dicho, habemus paciencia, ninguno teníamos curro ni planes, pero a alguno se le metió un petardo en el culo.
El viaje duró 17 días, a mí me hubiera gustado haberlo extendido mucho más y haberlo hecho más relajado, pero como ya he dicho, habemus paciencia, ninguno teníamos curro ni planes, pero a alguno se le metió un petardo en el culo.
mapa del recorrido |
Dejadme comentarios que me gusta saber que la gente me lee!
PD:
Planeando la siguiente aventura Australia y enamorandome de este país…
Que emocionante!! Preciosas imagenes!! Gracias por compartirlo!! Por cierto....arcen sin h jajaja
ResponderEliminarQue ilusión conseguir hacer realidad un sueño, que estupendo relato, te transporta al viaje, sin poder oler el mar y la vegetación, pero tbn sin pasar calor, ja ja . Sigue así.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo!! Ese viaje se hace una sola vez, dos es demasiado. Si te dio miedo Gloucester Tree, deberias haber subido al Bicentenario...mas de 70m de altura y 3 plataformas por el camino, mejor ni menciono lo muchisimo que se movía la última plataforma...vistas increíbles y un chute bien alto de adrenalina!
ResponderEliminarPara que luego digas que sólo lo lee tu madre....jajajajaja como ya te dije es una pasada todo!!!!! Ojalá pudiera ir a conocerlo
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