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domingo, 5 de agosto de 2018

En una pequeña aldea de Nicaragua…



Hace ya un tiempo que dejé San José de Paiwas, pero me sigo acordando de esa familia que sin conocerme de nada me acogió y me cuidó como un miembro más.
Todo empezó como una aventura. Allá iba yo, sin tener mucha idea de donde me metía, de voluntaria de Raleigh. Llegué a Masaya 30 miuntos al sur de Managua , donde se situaba la oficina de Raleigh, un caluroso día de enero ( allí era la época seca). Allí conocí al grupo de avanzado de Raleigh, todos estábamos nerviosos y nadie sabía muy bien qué íbamos a hacer exactamente. Yo acabé siendo enfermera de equipo, líder de grupo y traductora, 3 roles en uno, cosa que me pasó factura tanto mental como físicamente.

Equipo de avanzada

Estuvimos 3 semanas de preparación en campo base hasta que vinieron los voluntarios. Creo que esas 3 semanas fueron de las mejores, salimos de fiesta por Masaya y pude descubrir Nicaragua desde  dentro; sus colores, en la ropa y edificios; su música, un continuo baile callejero; sus olores, en los puestos callejeros. Desde el día que llegaron los voluntarios se inició la ley seca, lo que significó 3 meses sin probar gota de alcohol.
lideres de grupo



Me asignaron un proyecto en una comunidad de San José de Paiwas y reconozco que no estuve de acuerdo, yo iba con la idea de ser enfermera y no líder de un equipo de voluntarios de entre 18 y 24 años. Voy a mencionar algo brevemente para poder proseguir con lo mejor de esta historia. Estos voluntarios parecían estar en un campamento de verano para niños ricos, eran ingleses y alemanes en su mayoría, todos de familias adineradas donde debe ser que la buena educación y la visión empática hacia los necesitados no existen. Sí, esta fue la parte más dura de esta experiencia. Y hasta aquí escribo sobre ello, no le quiero dar más importancia.

Tras un largo viaje en autobús con un continúo traqueteo llegamos a la comunidad, por la ventana pude ver como dejábamos pueblos y más pueblos atrás y nos adentrábamos en un lugar en medio de la nada, rodeado de vegetación y polvo en los caminos ( en ese momento no sabía que repetiría ese mismo viaje hasta 8 veces).
bus tipico nicaraguense( traido de EEUU)

Allí nos recibieron a unos desconocidos que se invadirían su tranquilidad por 3 meses. Todas las madres y niños de la comunidad nos esperaban con los brazos abiertos. Los niños reían entre sí y se escondían detrás de las faldas de sus madres, otros más atrevidos nos ayudaban con el equipaje. Se presentaron como si fueran ya profesionales en ello y nos ofrecieron un magnífico tentempié nicaragüense en la escuela. Fuimos divididos entre las diferentes familias, he de decir que aún pienso que me tocó la mejor y doy gracias a la suerte. Todas las familias fueron encantadoras, pero la mía se convirtió en parte de mí, como una familia en ausencia de la real que llevaba un año sin ver.

Os la presento: Doña Melania, fue mi madre nica, una mujer fuerte y valiente a la que la vida le ha dado otra oportunidad después de pasarlo tan mal en la adolescencia. Al principio me pareció una mujer tímida y distante, pero eran todo primeras apariencias, cocinando juntas nos llegamos a conocer muy bien y nos contamos mil historias entre calderos al fuego. Ella  y todas las madres son las que en realidad llevan las riendas de la casa, pero shhh, que no se enteren los maridos, a ellos les dejan creer que son los jefes de la casa.
Don Ignacio, es un hombre campechano, no sabe ni leer ni escribir como mucha otra gente de la comunidad pero tiene un corazón bien grande. Aunque no me gusta que se gane la vida matando cerdos para vender la carne. Esto fue algo muy duro de vivir con ellos, ya que cada sábado de madrugada oía a un cerdo sufrir justo detrás de mi pared de madera.
Rolando es el hermano mayor, un chico lleno de energía y defensor absoluto del hombre ante la mujer. Tuvimos muchos enfrentamientos, que manejamos buenamente, de hecho conseguí que al menos lavara sus platos durante mi estancia.
Moises es el pequeño, bueno entrado en plena adolescencia. Es un chico lleno de querer saber, espero que la vida le dé la oportunidad de aprender todo lo que quiere, ¡ah! y fiero amante de los animales, aunque de vez en cuando les haga de rabiar.
La familia


Odeling y Mikelin son las nietas de Doña Melania. Dos niñas de 6 y 7 años de las que nunca me olvidaré. Eran unas tramposas jugando a las cartas cada noche, pero me hicieron pasar los mejores ratos con su inocencia y su picaresca a la vez. Sus sonrisas han quedado grabadas en mí.
Mis hermanitos nicas, Odeling, Mosises, Rolando y Mikeling
Jugando a cartas con las tramposas

Aparte de ellos conviví con Lupita la gallina coja (su pata se la comió el cerdo), el Cerdo (no se les pone nombre ya que saben que van a morir), Doky y Pelusa la pareja de perros estrella y Pepa, la gatita de dos meses, aparte de otras gallinas sin nombre, ¡ah! y el gallo que cacareaba toda la noche ( los gallos no cacarean solo al amanecer como yo pensaba, eso será solo en los cuentos). Los añado a la familia puesto que vivían dentro con todos nosotros. Al principio llama la atención, pero luego uno se acostumbra a que hasta el cerdo venga pidiendo los restos de tu plato de comida.
El cerdo y Pelusa en el salón

Lupita la gallinasin pata

La vida en la comunidad era tranquila. Nos levantábamos a las 5 y media de la mañana ( con el sol), nos comíamos un buen desayuno de gallo pinto ( frijoles y arroz) a veces con plátano maduro y otras con algún vegetal que nos daba la ONG muy de vez en cuando.
A las 7 ya estábamos todos predispuestos para trabajar (unos más que otros). Nuestro trabajo consistió en la mejora de un sistema de agua y la creación de dos nuevos puestos de agua, lo que conocemos por ducha y pila para lavar la ropa. En la comunidad no hay agua corriente en ninguna casa. Existe un manantial a las afueras donde ya se extraía agua a través de unas tuberías hasta dos puestos públicos. Nuestra primera misión fue mejorar el filtro en el manantial recogiendo rocas del rio y llevándolas a hombros en sacos hasta el manantial por una colina.
Recogiendo pierdas

 Como decía Cantarero,el albañil,  mis deudas están pagadas con Nicaragua. Él decía que los españoles les robamos el oro, pero después de tan arduo trabajo creo que he cumplido como española. Fue muy sufrido subir esa cantidad de rocas lloviendo o bajo el calor húmedo. Los hombres de la comunidad también colaboraban y lo hacían mucho más rápido que nosotros. Al principio también fue difícil trabajar conjuntamente, nos despreciaban un poco a las mujeres, pero demostramos que podíamos hacer el mismo trabajo que ellos. Después de las rocas desenterramos las tuberías viejas y las cambiamos por nuevas y asimismo creamos nuevas zanjas para llevar el agua más lejos. Pico y pala fueron nuestro pan de cada día por casi dos meses. 
Nuevo puesto de agua

Pero todo fue recompensado el día que abrimos por primera vez el nuevo grifo y vimos salir el agua a chorro, todos reímos y saltamos de alegría entre gritos de alegría ¡¡¡ agua, agua, tenemos agua!!! Ese día quedará siempre marcado en nuestras memorias.
¡Agua, agua ,hay agua!!

Por las tardes, realizábamos educación para la comunidad, días de acción y un montón de talleres en la escuela. Esa fue de mis partes favoritas. En la escuela asistían a la misma clase niños desde los 5 a los 12 años, un descontrol total. Utilicé mis mejores tácticas para llamar la atención de los niños y bueno creo que al final algo se les quedó de nuestras charlas y juegos educativos. Fueron ratos divertidísimos haciendo juegos en el patio y riendo todos juntos.


Columpio restaurado


En la tarde, llegaba el momento de calma, de leer y escribir en mi diario en la hamaca. La calma duraba poco, solo hasta que llegaban las terremoto. Pero me encantaba que me interrumpieran y que charláramos de nuestras tonterías mientras atardecía y veíamos el sol ponerse entre los árboles, brillando en rojos y naranjas chillones.
Atardecer

Me robaron la hamaca

Más tarde era la cena, cosa que me llamó la atención, que nadie se sentaba en la mesa sino que cada uno agarraba el plato y comía donde quería. Era después de la cena cuando manteníamos nuestras conversaciones de intercambio cultural. Me hacían mil preguntas que a veces yo no sabía responder. ¿Cómo explicas a alguien que no tiene agua corriente en casa, lo que es un aire acondicionado, un radiador o hasta una ducha hidromasaje? Te hace sentir de otro mundo. Mi familia de verdad me mandó videos de mi casa y allí alucinaban todos. Me daban ganas de meterlos en mi maleta y traerlos conmigo a conocer mi vida como yo he conocido la suya.

Pasé muy buenos ratos con la familia, a veces con “mis hermanos” bailábamos hasta desfallecer. Les encantaba el reguetón, las bachatas y las cumbias, y yo no me cortaba ni un pelo para mover las caderas con ellos que después se partían de risa de mí.
Tengo miles de anécdotas, pero todas no las puedo contar aquí. Fue muy triste la despedida, dejarlos allí sin saber cuándo volveré a verlos.
Mis niñas lindas

 
Y para terminar, y para quien no lo sepa aun ya que a los medios internacionales no le interesa, Nicaragua está viviendo una represión brutal por parte del gobierno desde el 19 de abril. A mí me tocó vivirla en sus inicios ya estando en Managua y por suerte logré salir del país, pero toda esa gente queda allí luchando por su bella Nicaragua mientras la comunidad internacional los ignora.

¡Cambiemos el mundo! Y Ortega… ¡que se rinda tu madre!









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